A nadie se le
escapa la situación que están viviendo las empresas españolas en los últimos
años. Los datos son cada vez más escalofriantes y parece que no llega el
momento de tocar fondo.
La economía
mundial atraviesa en los últimos años un proceso de cambio y dinamismo. Los
mercados se están unificando, los productos se van estandarizando, las
necesidades y los gustos de los consumidores van en la misma dirección en todo
el mundo, los canales de venta y distribución son ahora diferentes… En resumen,
las barreras comerciales se rompen y el mundo se globaliza.
Ante esta
situación, muchas empresas españolas comienzan a plantearse salir al exterior a
vender sus productos o servicios optando por el complejo pero acertado camino
de la internacionalización.
Sin embargo,
en medio de todo este proceso las barreras lingüísticas y culturales permanecen
y, en su proceso de internacionalización, las empresas (ya sean pequeñas,
medianas o grandes) necesitan profesionales capaces de canalizar, dar forma, e
incluso mejorar las estrategias de sus departamentos de exportación. Profesionales
que conozcan las diferencias entre los clientes nacionales y los de otros
países. Profesionales que podemos ser nosotros, los traductores e intérpretes,
como mediadores lingüísticos y culturales.
En diciembre
de 2006, la Dirección General de Educación y Cultura de la Comisión Europea publicó
un informe sobre los efectos de la falta de competencia lingüística de las
empresas sobre la economía europea (ELAN). La muestra utilizada fueron 2.000
pymes y 30 multinacionales con sede en Europa.
Según el
informe ELAN: «Un porcentaje significativo de PYME europeas pierde cada año
oportunidades de hacer negocios como resultado directo de la falta de
competencias lingüísticas e interculturales.»
Respecto a
la productividad de las PYME y sus resultados en materia de exportación, el
informe recomienda a las empresas europeas, entre otras cosas: «aplicar un
amplio abanico de estrategias de gestión lingüística, como la inversión en formación
lingüística, la contratación (provisional o permanente) de hablantes nativos de
diferentes lenguas, la utilización de tecnologías del lenguaje y el trabajo con
traductores, intérpretes, comunicadores y mediadores culturales», ya que de la
muestra analizada, las que lo hacen venden un 44,5% más que las que no lo
hacen.
En cuanto a
nuestro país, vemos en el informe que el 52% de las empresas consultadas han
contratado traductores o intérpretes para su comercio exterior. Este dato sitúa
a las empresas españolas por encima de la media europea, que está en el 45%.
En relación
a la localización de las páginas web, un 62% de las empresas europeas
consultadas las adaptaron para el comercio exterior traduciéndolas a otros
idiomas. En el caso de España el porcentaje es del 66%, de nuevo por encima de
la media. Un 57% la han traducido al inglés, que continua siendo el idioma
principal en el que las empresas deciden publicar su web pero se recomienda
empezar a tener en cuenta idiomas como el chino, el árabe el ruso y el japonés.
En cuanto a
las multinacionales con sede en Europa, el 80% de las consultadas ha contratado
en algún momento traductores externos, mientras que el 47% lo hace de manera
habitual.
Si pensamos
que el informe que estamos analizando es del año 2006 y que el mundo ha seguido
girando en torno a la globalización y las empresas decidiéndose por su
internacionalización debido principalmente a la crisis que azota los países de
nuestro entorno, es de suponer que las necesidades lingüísticas tanto de PYME
como de multinacionales habrá aumentado abriendo el abanico de posibilidades de
traductores e intérpretes.
Pero vayamos
entonces al grano, ¿qué podemos ofrecer los traductores e intérpretes a las
empresas que deseen embarcarse en un proceso de internacionalización? A grandes
rasgos, ser el primer eslabón de la cadena que permitirá a dichas empresas comunicarse
e instalarse en mercados extranjeros hablando el idioma de destino, ya sea por
vía escrita u oral. Pero
para ser un poco más concretos, ofreceremos aquí una lista de las posibles
acciones que una empresa inmersa en este proceso necesitará de nosotros:
- localización de su página web
- traducción y traducción a la vista de correspondencia (faxes, cartas, correos electrónicos, etc.
- traducción jurada de documentos (contratos, documentación para licitaciones públicas, etc.)
- interpretación bilateral (asistencia en ferias y viajes de negocios)
- interpretación telefónica (llamadas)
- traducción técnica (fichas técnicas de productos, manuales de instrucciones, etc.)
- edición y revisión de documentos (incluso los redactados en español)
- asesoramiento lingüístico
En cualquier
caso, este listado podría ampliarse hasta el infinito. Lo más importante es que
seamos capaces de comprometernos con los clientes (empresas en este caso) y
acompañarles aportándoles apoyo y profesionalidad en esta carrera de fondo que
es el proceso de internacionalización de una empresa. Una carrera en la que
deberemos ser capaces de reinventarnos cada día y estar siempre preparados para
adaptarnos a un contexto mundial que se nos presenta como oportunidad.
Lo que yo
tengo claro es que una empresa que cuenta con servicios lingüísticos de calidad
(internos o externos) tiene gran parte de su éxito garantizado en el exterior,
¿estáis de acuerdo?